Como Ricardo Flores Magón o José Revueltas lo hicieran en su momento,
Fernando Bárcenas escribe en, desde, dentro de una prisión. La suya es
una escritura anticarcelaria pero creada al interior de una cárcel : el Reclusorio Norte de la Ciudad de México (“El Reno”). Fernando Bárcenas es un preso especial, o mejor: no es un preso, porque es un joven anarquista y como tal es un ser libre y libertario aun al estar en prisión. Escribe para denunciar la presión, represión y opresión que se vive en la cárcel, pero también para recordarnos que muchos vivimos presos sin estar en ella. Todos somos prisioneros y por ello hay que aprender a liberarnos cada día de aquello que nos limita e impide ser verdaderos humanos y no seres normalizados y conformistas.
Tal vez no se trate solo de ser mártires o víctimas (una subespecie de
no personas) sino de luchar contra las trabas que se nos imponen (o
nosotros mismos nos imponemos) para poder ser felices y justos en este
planeta. Escribe a mano y dibuja su perspectiva del mundo en una prisión, como
una metáfora de este mismo mundo.
Fue detenido, cuando tenía 18 años, en diciembre de 2013 en una protesta
por el alza al precio del boleto del metro y acusado de haber incendiado
un árbol de navidad gigantesco de una empresa refresquera, y por ello se
le sentenció a permanecer más de cinco años encarcelado. El delito que
se le imputa, pues, fue haber atacado los símbolos sagrados de este
sistema.
Ha sufrido vejaciones, abusos y agresiones por parte de las autoridades
y otros reos por su labor de denuncia y por escribir y editar un
periódico llamado “El Canero”.
Fernando Bárcenas era estudiante de CCH al momento de su detención (como
también lo era Mario González, otro joven anarquista ya excarcelado) y
con Luis Fernando Sotelo, un estudiante de la preparatoria 6 que
permanece en el Reclusorio Sur acusado también por haber alterado el
«orden social» en una acción en protesta por los 43 desaparecidos de la
Normal de Ayotzinapa, son una muestra del modo como el Estado se ensaña
con los jóvenes que manifiestan su descontento frente a una sociedad que
prefiere encarcelarlos (o desaparecerlos) que solucionar las demandas
que originaron sus protestas.